¿Qué es lo más importante para decidirse a hacer una empresa?

Preguntas claves antes de montar tu propia empresa

En ocasiones la determinación, otras veces la necesidad, te empujan a tomar una decisión: quiero montar una empresa. ¿Cuáles son las primeras preguntas que debo hacerme?, antes de que se vengan encima las dudas sobre una docena de cuestiones de las que oigo hablar, leo en la prensa o comento con los amigos, y se acumulen esperando respuesta, hagamos una cosa, vamos a ordenarlas por orden de prioridad; primero demos una respuesta a las que son básicas, elementales, encaremos aquellas que son el eje nutricio de la empresa.

Son múltiples los libros o artículos especializados que intentan delimitar los aspectos básicos para emprender, es normal que se hable de diez aspectos, doce...nosotros lo dejaremos en tres. Más adelante desdoblaremos los problemas, tiempo habrá.  

Las tres preguntas que antes de nada hay que responder adecuadamente son:

  1. ¿Tengo conocimientos o habilidades para hacer algo?,
  2. ¿Ese producto o servicio tendrá un cliente?, y
  3. ¿Tengo capacidad de gestionar ese producto para ponerlo en un mercado?

La primera pregunta es crucial. La formación, la experiencia, la casualidad, una inteligencia natural especial, siempre una persona a lo largo de su vida acumula un bagaje que en algunos casos le permiten hacer algo productivo por cuenta propia. El hijo del comerciante debe estar más acostumbrado que otros para saber descubrir lo que quieren sus clientes, el estudiante de formación profesional adquiere unos conocimientos en determinadas ramas profesionales que pueden derivar en un oficio con el que ganarse la vida, el economista que trabaja en un banco o en una empresa de auditoría tiene habilidades que le pueden servir para asesorar a otras empresas, el ingeniero de telecomunicaciones, sabedor de las enormes posibilidades de su mundo profesional, puede reconocer un nicho donde especializarse, pero...


¿Habrá alguien que pague por lo que yo sé hacer o por el producto que vendo?. Un amigo decía que los negocios consistían en buscar un cliente, prestarle un servicio, mandarle una factura y...que la pagase. Este círculo nutricio hay que repetirlo tantas veces como sea posible, pero si la parte final falla el circulo se convierte en vicioso. Un comerciante elige su local pensando en la afluencia de gente, dispone sus productos de forma atractiva, hace rebajas, ofertas, sorteos..., lo que haga falta para vender. El fontanero recién egresado puede conocer empresas de la construcción que le subcontraten, el economista puede haber tenido contacto con empresas de menor envergadura que las que audita en su trabajo por cuenta ajena que necesiten otro tipo de servicios de asesoramiento empresarial, el ingeniero informático ya no quiere viajar continuamente, o trabajar a destajo, y prefiere cambiar su dedicación a servicios más especializados y enfocados a otro tipo de clientes que le preguntan a menudo, pero...

  • ¿Tengo las habilidades organizativas para gestionar mi propia empresa?,
  • ¿Mi comportamiento personal se adapta a las exigencias que requiere una empresa?,
  • ¿Tengo asesores de los que echar mano?, ¿Sabré comportarme con mis proveedores?,
  • ¿Cómo motivo a mis trabajadores?,
  • ¿Tengo tiempo para buscar clientes?,
  • ¿El precio que cobro es el adecuado?, en definitiva,
  • ¿Puedo ordenar mi tiempo y mi capacidad para, contando con los asesores y contactos adecuados, conseguir ganar dinero?


Habría un cuarto aspecto que reseñar de mucha importancia, pero no admite cuestiones, está ahí, hay que afrontarlo: vivimos en un mundo globalizado, los clientes están por todo el planeta, la competencia es feroz, los sistemas de gestión cambian permanentemente. Todo es tecnología, la mayor parte de los negocios se tambalean, las posibilidades son extraordinarias.  

Este es el principio. Se puede empezar sin alguna respuesta, pero al menos hay que hacerse la mayoría de las preguntas.