En eso que cotidianamente llamamos "ganarse la vida", podemos clasificar a las personas que trabajan en tres grupos: los que ofrecen su trabajo a una empresa o a un particular, los que deciden ser servidores públicos, y, por último, aquellos que piensan que su opción es trabajar de forma autónoma o desarrollar una empresa.

Las motivaciones son diversas, son numerosos los casos en los que se acaba trabajando en una empresa o trabajando como autónomo porque no hay otra posibilidad, o se trabaja como funcionario porque en el sector privado las ofertas son nulas - militares o policías - o más reducidas - médicos, maestros y profesores... -, pero también hay muchas personas que escogen lo que quieren hacer, no quieren contar con la tranquilidad que ofrece el sector público,  y consiguen su objetivo, y de entre éstos el colectivo que tiene que decidir día a día seguir adelante con su actividad económica, sin ayuda de nadie, es el de los emprendedores.

Este blog se va a dedicar a comentar aspectos útiles para todos ellos.

Antes de crear tu negocio es importante conocer las distintas opciones jurídicas que tienes, estudiar sus características y determinar qué figura se ajusta mejor a tus necesidades. También ocurre a menudo que en el devenir empresarial tengas que ajustar la forma de desarrollar el negocio, instrumentalizar alternativas o compatibilizar diversas formas de actuación.
No existe una decisión fácil para determinar con total precisión el tipo de forma jurídica más adecuado para constituir tu empresa, pues depende de una serie de factores económicos, personales y comerciales. Pero sí hay ciertas pautas y criterios que te pueden ayudar a la hora de elegir el tipo de sociedad que mejor se adecúa a tus necesidades. No es lo mismo abrir una tienda, realizar actividades profesionales al por menor o tener que construir una nave, haciendo uso de créditos bancarios de acuerdo con varios socios. En muchos casos sucede que se opta por lo más sencillo y con el paso del tiempo, si las cosas van bien, se acaba haciendo una sociedad mercantil.
Bajo mi punto de vista estos son los criterios que se deben tener en cuenta y los que deberían tener poca importancia o ninguna.

1.- Criterios que tienen importancia al decidir entre ser autónomo o constituir una sociedad mercantil.-

a) Responsabilidad patrimonial: La principal desventaja del empresario individual respecto a la S.L. es su responsabilidad ilimitada, ya que responde con su patrimonio personal por las deudas frente a terceros, mientras que la SL, como su nombre indica, es de responsabilidad limitada y por tanto sólo responde con el patrimonio de la sociedad. Los intentos de limitar la responsabilidad de los autónomos con figuras intermedias no han quedado claros. Por otra parte, cualquier crédito bancario suele exigir garantías que empiezan por el mismo emprendedor. No hay que olvidar en este punto la posible vinculación de la pareja en las responsabilidades.
b) Costes de gestión: el coste de gestoría suele ser bastante más bajo en el caso de los autónomos que en el de las SL debido a que sus exigencias contables y mercantiles son menores. Además, desde la aprobación de la tarifa plana, durante los dos primeros años la cuota de seguridad social de autónomos es bastante más baja en el caso de un empresario individual que en el de una SL, lo que se traduce en un ahorro de 4.200 euros como mínimo.

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Preguntas claves antes de montar tu propia empresa

En ocasiones la determinación, otras veces la necesidad, te empujan a tomar una decisión: quiero montar una empresa. ¿Cuáles son las primeras preguntas que debo hacerme?, antes de que se vengan encima las dudas sobre una docena de cuestiones de las que oigo hablar, leo en la prensa o comento con los amigos, y se acumulen esperando respuesta, hagamos una cosa, vamos a ordenarlas por orden de prioridad; primero demos una respuesta a las que son básicas, elementales, encaremos aquellas que son el eje nutricio de la empresa.

Son múltiples los libros o artículos especializados que intentan delimitar los aspectos básicos para emprender, es normal que se hable de diez aspectos, doce...nosotros lo dejaremos en tres. Más adelante desdoblaremos los problemas, tiempo habrá.  

Las tres preguntas que antes de nada hay que responder adecuadamente son:

  1. ¿Tengo conocimientos o habilidades para hacer algo?,
  2. ¿Ese producto o servicio tendrá un cliente?, y
  3. ¿Tengo capacidad de gestionar ese producto para ponerlo en un mercado?

La primera pregunta es crucial. La formación, la experiencia, la casualidad, una inteligencia natural especial, siempre una persona a lo largo de su vida acumula un bagaje que en algunos casos le permiten hacer algo productivo por cuenta propia. El hijo del comerciante debe estar más acostumbrado que otros para saber descubrir lo que quieren sus clientes, el estudiante de formación profesional adquiere unos conocimientos en determinadas ramas profesionales que pueden derivar en un oficio con el que ganarse la vida, el economista que trabaja en un banco o en una empresa de auditoría tiene habilidades que le pueden servir para asesorar a otras empresas, el ingeniero de telecomunicaciones, sabedor de las enormes posibilidades de su mundo profesional, puede reconocer un nicho donde especializarse, pero...

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En el artículo anterior decíamos que hacen falta tres cosas previas para tomar la decisión de montar una empresa para ganarse la vida, a saber, tener conocimientos o habilidades para hacer algo, que el producto o servicio pueda tener clientes, y tener capacidad de gestionar ese producto para ponerlo en un mercado. Cuando estas preguntas están resueltas aparecen otras dudas que hay que afrontar de forma inmediata, son la que siguen:

  • Tenemos una idea de negocio. En el mundo de la empresa eso quiere decir que sabemos hacer un producto o dar un servicio. No tiene porque ser algo novedoso o revolucionario, puede ser algo que mejore lo existente, que tenga mejor diseño, mejor precio, una buena atención al público... Amancio Ortega ha trabajado en uno de los sectores que los economistas de principios de la década de los ochenta decían que era una "industria madura", en la que multitud de empresas ofrecían productos de forma muy competitiva y los beneficios eran muy reducidos, pues bien, Inditex en la actualidad le genera un dividendo anual de unos 900M€. Cualquier actividad se puede hacer bien o mal. Todas las ideas empresariales deben enfocarse a conseguir clientes y que estén contentos. Qué necesitan, cuánto pueden o quieren pagar, cómo nos podemos relacionar más eficazmente... y ojo!, estar atentos, después de una idea viene otra, y luego la siguiente.
  • Hagamos presupuestos. Empecemos por los gastos - personal, alquiler, suministros, colaboradores, financieros... - y sigamos con los ingresos. Si vendemos un producto hagamos un escandallo aproximado, inicialmente sin repercutir gastos generales y calculemos un margen, de ese modo sabremos los productos que tenemos que vender para cubrir los gastos en su conjunto. Cuando lo tengamos repasémoslo cada semana. Si la empresa crece haz presupuestos por áreas - personal, marketing, producción... -, de tesorería, de inversiones, o de ventas. Analiza la información con detalle y, al menos, una vez al mes. Haz un presupuesto para el año próximo. Acabarás llevándote todos los prepuestos los fines de semana a casa, puede que llegue un momento en que no los mirarás.
  • Si tienes clientes descubre la inmensidad de los mercados. Es muy habitual que la perspectiva del principiante sea corta - a veces es confusa y se acaba pronto la aventura -, pero con el tiempo podemos llegar a ver la potencialidad de nuestros productos. Vivimos en una economía globalizada, la tecnología nos permite ofrecernos a una gran masa de consumidores, hasta un bar puede significarse extraordinariamente, sólo hace falta productos sugerentes, buenos precios, atención personalizada...y clientes satisfechos que digan a otros lo bien que les va.
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